miércoles, 21 de septiembre de 2011

De la pantalla a la piel y mucho más


El jueves 15 de septiembre en Sevilla  junto con la Consejería de Salud de Andalucía organizamos la que era la 5a sesión sobre salud 2.0 de Menarini. 

Cuando ya llevo unas cuantas reuniones trabajadas, siempre tengo el temor de repetirme en la siguiente, de no alcanzar el mismo nivel, de no conectar con la audiencia, vamos, de que no salga bien. En estas sesiones lo mejor es que todas han sido muy parecidas, unidas por una misma idea: acercar las experiencias de los pioneros locales y una misma estructura: entusiasmar y debatir sobre como la salud 2.0 afecta/mejora/modifica la relación entre profesionales y médico-paciente. Así y todo, camino de la 6a sesión en Alicante, puedo decir que cada una de ellas ha sabido dotarse de personalidad propia gracias a los ponentes, a los asistentes de carne y hueso y a aquellos que las siguen frenéticamente con #Salu20 al otro lado de la pantalla.

De izq. a dcha. Javier Navarro, Mònica Moro, Carlos Oropesa, Carlos Nuñez,
Andoni Carrión. Foto de Carmen Cáceres (Diario Médico)
Conforme vamos ganando masa crítica, nos enfrentamos a audiencias más experimentadas, ávidas de participar en la conversación. Es genial pensar que ponentes, asistentes en la sala y seguidores al otro lado de la pantalla pueden intercambiar sus sillas en cualquier momento y en cualquier dirección, eso sí que ha cambiado y much@s van a tener que aceptarlo  (la de clases magistrales de supersabiondos que me he tragado yo !!!). Hoy eres ponente y mañana te sientas y escuchas y al otro día, con otros que escuchaste, participamos en una mesa redonda, y todos somos expertos por experiencia no por filosofía. Preparamos ponencias, mesas redondas y lo que haga falta aprovechando la complicidad de las herramientas en el silencio de la noche. Y cuando llega el día del estreno, el de encontrarnos en 3D, disfrutamos con ponencias cortitas que saboreamos de principio a fin esperando el debate, ese momentazo en el que escuchar, aprender, intercambiar opiniones que nos harán llegar más lejos.

Para mí, estos encuentros son vivir en primera persona en carne y hueso el 2.0: en la sala tenemos problemas para asignar el turno de palabra ante tantas manos alzadas, cuando sobrepasamos con creces el tiempo previsto, nadie abandona su silla (cargos de la administración incluidos, olé, olé, plas, plas) y el diálogo abierto continua animadamente en la Red.

Y cuando acaba el encuentro, empieza la "presencialización", nos acercamos con mariposas en la barriga, nos miramos a los ojos, se dibuja una amplia sonrisa y… te fundes en un abrazo con quien "conoces" desde hace tanto tiempo. Y sí, sí, no me canso de repetirlo la pantalla acerca la piel ya que al final intentas verte, oirte y sentirte con ellos, muchas veces compañeros de ideas, proyectos y fatigas a través de las teclas. 

De izq. a dcha: Edgardo Kaplinsky, Mònica Moro, Maria Puig, Xavier Alzaga,
Amalia Arce, Eva Velasco, Karla Islas y Montse Carrasco
Os puedo asegurar que #Salu20 me supone un esfuerzo y una dedicación personal que va mucho más allá de lo que sería una simple tarea más en mi dedicación profesional, me apasiona este mundo, genero endorfinas para sonreír en situaciones profesionales menos agradables y me regala personas con las que se establece una relación especial, una relación muy, muy humana.

Por todo ello, aunque salten en los próximos meses otras farmacéuticas al ruedo de la salud 2.0, con más medios y más presupuesto, yo en mi bolsillo guardaré como un tesoro los grandes profesionales que voy conociendo en el camino.

martes, 6 de septiembre de 2011

Regreso al pasado

Recogiendo hierba para el invierno
Empieza a caer la tarde, el sol busca un lugar para pasar la noche. Florica, sale de casa y se sienta en el banco. Su banco, el que construyó su marido Dimitri cuando hizo la valla del jardín. Ella se sienta ahora que hace buen tiempo y puede salir a la calle. Está cansada, desde muy temprano ha estado  en el campo recogiendo hierba con Dimitri y ahora ha llegado el momento de sentarse delante de casa con la mirada al frente. No tiene prisa, tiene unas cuantas horas por delante para estar allí, mirando la carretera que atraviesa el pueblo, luego será hora de ir a misa.


Mihai llevando leña

Desde su banco saludará a Mihai cuando vuelva con su carro de caballos, a Ileana que pasa cada día caminando ligera charlando alegremente con su teléfono móvil, y quizás, vea a Vasile paseando a su vaca.

Pero hoy ha sido diferente, hoy ante Florica, mientras hilaba lana con Maria, Elena y Mariana, se ha detenido un coche con gente extranjera, la han saludado alegremente: "Buna, buna" y les han pedido una foto. Vaya sorpresa!!! Todas han esbozado su mejor sonrisa y han posado como actrices que son de un tiempo pasado, de un tiempo con sus cosas buenas y sus cosas malas que se escurre entre los dedos.


Florica, Maria, Elena y Mariana ¿Quizás?
Esta pequeña e incompleta crónica imaginaria es parte de lo que hemos visto en nuestro paso por la Rumanía más rural, en Bucovina y Maramures las regiones agrícolas con clima extremo que pasan 5 meses a -25ºC y casi dos metros de nieve en la puerta. Una larga temporada en la que ni personas ni animales saldrán casi al exterior con mucho tiempo para coser, pintar huevos, leer y consumir la leña y la hierba almacenada durante el verano.

Ni siendo piloto de Rally
Nuestros ojos cosmopolitas llegados de Barcelona, se han abierto como platos al encontrarnos con costumbres y modos de vida del pasado, teniendo la sensación de protagonizar una película antigua rodada en tiempos de nuestros abuel@s y bisabuel@s. Extrañad@s de compartir 3.300 kms de carreteras en muy mal estado (a veces con más agujeros que asfalto) con carros tirados por caballos, personas caminando  cargadas con enseres del campo y arrastrando carretillas, animales "paseando y pastando alegremente", niños jugando, etc. Son las pocas carreteras existentes que atraviesan pueblos, campos, montañas y vías de tren convirtiéndose en el hilo conductor que todo lo une, en el hilo que nos ha llevado del presente al pasado. 

¿Cuándo váis a venir?
Hemos aprendido que allí las horas y los minutos pasan más despacio, sin prisa, sin sobresaltos, sin cambios... como ocurría 50 o 60 años atrás en nuestro país, un día tras otro, del verano al otoño, pasando por el invierno para llegar a la primavera. Eso, sólo eso. Y estas gentes, acostumbradas a vivir con un clima riguroso y pocos recursos conocen a la perfección el ciclo ineludible: nacer – crecer – morir, por ello, tienen su última morada preparada, en solitario o con la persona/as con quien han pasado la vida, para descansar toda la eternidad. Previsión vital, mirando al único futuro conocido de cara, con valentía o inconsciencia, ambas cosas tan cercanas.





Esta Rumania nos ha calado hondo, no por su Drácula de Transilvania, sinó por su gente pausada, tranquila sentada en los bancos a la puerta de casa viendo pasar la vida...

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