miércoles, 12 de julio de 2017

De profesión: saltadora de vallas

Creo haberlo dicho muchas veces, incluso me he hecho pesada pero sí, insisto, soy una persona a la que gusta hacer cosas, a la que gusta hacer que las cosas pasenCada mañana me pregunto que voy a conseguir ese día, cual va a ser mi pequeño triunfo diario, el que al acostarme dibujará una sonrisa en mi cara por haber dado un paso más, por haber saltado una nueva valla. 

Cuando lo intente sé que empezarán las vallas (y algún que otro muro): Dónde está el procedimiento? Qué dice el procedimiento? Has mirado quien tiene que firmar el procedimiento? Y cuál es el recorrido que deberá hacer el procedimiento? Total que si no tienes ninguna prisa, ningún interés y ninguna gana de llevar la espalda llena de flechas, quizás en uno o dos años consigas concluir el dichoso procedimiento.

Para mí en las empresas hay dos organigramas
  • el formal, aquel que muchos codician y es en el que reclaman su cajita bien cerca de la cumbre
  • el informal, o quizás deberíamos llamarlo organigrama funcional. El que nunca nadie ha escrito pero que funciona, el que hace que las cosas pasen.
El organigrama informal, sin tanta cajita conectada, ni jerarquías, ni otras pamplinas, me permite clasificar a las personas de una Organización en 3 grupos principales:
  • Las personas "pro", que escuchan, intentan ayudar y colaboran en lo que se propone
  • Las personas "eso no va conmigo" que escuchan y no mueven ni moverán un dedo a no ser que se lo diga "su jefe"
  • Las personas "mopongo", las que, se oponen al movimiento, ni que sea milimétrico y te cuentan sus millones de razones para acabar siempre con una corta palabra: NO (que van a repetir hasta tres veces con un No, no y no, para que así duela más!)
Y cuando te encuentras con el grupo 2 (eso no va conmigo) y el grupo 3 (mopongo) es el momento de calzarse las zapatillas de clavos para empezar a saltar vallas. Ya dispuestos en los tacos de salida deberemos elegir las vallas que vamos a intentar saltar y las que vamos a descartar preventivamente (algunas son demasiado altas o exigen un nivel de esfuerzo cuya recompensa no lo justifica). Por suerte en todas las Organizaciones identificaremos a saltadores y saltadoras de vallas que con el procedimiento en la mano, o el procedimiento en el cajón, con las personas inmovilistas a la derecha, y las mopongo a la izquierda, van a ir acercándose a la valla zancada a zancada para, cuando estén a la distancia correcta saltarla. 
Muchas personas dicen que proceder así agota y que "no vale la pena", que es mucho más fácil que te quiten la valla y pasas andando. Sí, seguro, es mucho más fácil, más cómodo y más descansado pero también más aburrido, más previsible y más rutinario. Y que es trabajar sin estímulos, sin metas, sin retos? Pues solo es repetir procesos mecánicos en los que como persona cada vez aportamos menos y que nunca conseguiremos hacer mejor que cualquier máquina. 

Esta conversación tenía yo con tres buenos amigos, Albert, Fredi y Mar un soleado y caluroso jueves de junio discutiendo sobre si la intraemprendeduría es o no es. Sobre si es posible intraemprender en organizaciones anquilosadas y viejunas, ancladas en viejos y anticuados procederes alejadas del s. XXI. Yo les decía que sí, que el reto consiste en encarar las vallas que te has propuesto saltar, calcular bien las zancadas y echar a correr. Si consigues llegar a la meta sin caerte, tu cara dibuja una sonrisa de oreja a oreja.    

domingo, 2 de julio de 2017

Dime niño de quien eres todo vestidito de blanco

Y si volviera a vestirme de blanco. Y si volviera a ponerme en guardia en una pista. Y si volviera a empuñar un florete? Y si pudiera rebobinar el tiempo y volver a tener 25 años para tirar, para luchar por la victoria, para aprender en la derrota y sobretodo para disfrutar con la esgrima, mi querida esgrima?

Pol en el Cto. de Catalunya M15
espada masculina 2017
El tiempo inexorablemente, sin prisa, sin ruido,  ha ido pasando, los años en los que todos y cada uno de los fines de semana había competición empiezan a desdibujarse en mi memoria. Ya no me subo a autocares ni a trenes con horarios de locura, ya no visito pensiones ni hostales salidos de las mejores películas de Berlanga. NO, ya NO. Ahora desde la grada disfruto y sufro a partes iguales viendo a Pol  (mi pequeño gran hombre) crecer en las pistas, ahora desde la distancia "desde el público" imagino acciones y tocados que se pasean alegremente por mis recuerdos. Ahora sé que el tiempo y los momentos vividos no volverán, ahora sé que debo vivir la esgrima de otra manera. Llegó el tiempo del sosiego, de mirar y a veces admirar asaltos que ya nunca podré volver a tirar.

Equipo de florete femenino del SAM
de Barcelona campeón de España absoluto
allá por 1982 (16 añitos yo)
Pero... qué daría yo por volver a la pista? Qué daría yo por volver a sentir el guante húmedo en mi mano? Qué daría yo por ponerme la careta y ponerme en guardia ante mi oponente? Qué daría yo por pensar en mi único objetivo: tocar sin ser tocada! A ratos me divierte lo perversa que es la mente, capaz de abandonar el cuerpo y reproducir casi a la perfección acciones largas y complejas sintiendo perfectamente el arma en la mano. 

Y sí, aprenderé a mirar desde la grada, saborearé acciones y tocados, y quien sabe, hasta podría recuperar mi libreta de observación, la que hace un porrón de años me hizo pasear mi maestro Adam Kiss-orski por pabellones europeos observando a las mejores floretistas del mundo. Practicaré tanto como pueda la esgrima contemplativa, respiraré hondo y reprimiré algún grito. 

Dejaré pasar el verano y a la vuelta de las vacaciones, cuando muchos y muchas nos demos una oportunidad para el curso que empieza, cuando nos hacemos buenos propósitos, yo sacaré  mi título de árbitro (o de "Presidente de jurado") y volveré a ponerme ante una pista, esta vez solo para asignar tocados.

Pol subcampeón de Catalunya espada masculina M15 2017
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