Paüls es un pueblo chiquito, escondido entre montañas agrestes al final de una carretera. Está pegado a una montaña y dibuja su relieve con casas estrechas que salvan un tremendo desnivel con dos puertas de entrada: la de la calle de arriba y la de la calle de abajo. En él vive gente amable, sencilla y trabajadora orgullosa de su pequeño pueblito.
Nosotros, los urbanitas, aterrizamos hace 5 o 6 años en una casa rural, La Remulla, para pasar una Semana Santa cerca del río Ebro; desde entonces, volvemos a Paüls buscando esos gestos afables de los que viven donde parece que las montañas tocan un cielo de azul intenso. Nos gusta dejarnos caer un fin de semana cualquiera y disfrutar de animadas caminatas por "Els Ports" o aparecer en alguna de sus fiestas señaladas y compartir el resultado del esfuerzo de todos sus habitantes. Nos gusta saludar a los vecinos y preguntarles como va la cosecha, si el invierno fue duro, cuantos niños hay en la guardería o como se presenta el próximo verano. Nos gusta charlar con Júlia, su alcaldesa, quien al vernos se funde en un cálido abrazo y rápidamente nos cuenta que tienen un nuevo tablero de ajedrez gigante cerca de la iglesia y que la fiesta de la cereza la han organizado con pocos recursos y mucho esfuerzo. Y nos gusta que Joana y Manolo nos cuenten como les va la vida, el duro trabajo en el campo, mirando al cielo para que olivos y cerezos den buenos frutos. Nos gusta saber que Manel, su hijo, ya va a la Universidad y que Cinta nos ha dejado "en casa" un pote de mermelada o uno de esos maravillosos potes de tomate casero que sorprendren a nuestros invitados en Barcelona.
Abrazado por las montañas |
Xavi, Mònica, Júlia, Joana i Manolo |
Paüls tiene muchas cosas suyas, muy suyas, desde Sant Roc hasta la jota sin olvidarnos de su peña taurina o sus tambores, pero lo que más tiene son personas deseosas de compartir lo mucho o poco que tienen para mantener y vivir tradiciones y costumbres, muchas, iniciadas hace mucho, mucho tiempo.
La Sagrada Família "nova" |
Así, como la cosa más normal del mundo pueden explicarte que la "Sagrada Familia" va de casa en casa, que es una capilla de madera con una ranura para hacer donativos y un libro de oraciones para recibirla y despedirla. En Paüls hay 3 que van y vuelven entre 90 familias, con sus tres celadoras que vacían la hucha de la capilla para que no pese demasiado (lo habitual parece que es poner 1 euro y claro, al cabo del mes el peso es considerable).
En las puertas de la capilla va la lista que marca el recorrido, el nombre de la persona y de la casa, para saber en todo momento donde están. Y cuando acaba el año, el párroco pasa cuentas, y comunica a los feligreses la colecta de cada una; y entonces, como si de un raquing se tratase los coros de las capillas toman nota para esforzarse más al año próximo y optar a la deseada primera posición.
En las puertas de la capilla va la lista que marca el recorrido, el nombre de la persona y de la casa, para saber en todo momento donde están. Y cuando acaba el año, el párroco pasa cuentas, y comunica a los feligreses la colecta de cada una; y entonces, como si de un raquing se tratase los coros de las capillas toman nota para esforzarse más al año próximo y optar a la deseada primera posición.
"La lista" del recorrido. Lo mejor, los nombres. |
Y dejamos atrás Paüls, una vez más, un lugar de pequeños gestos amables, un lugar de personas inquietas que se esfuerzan día a día por conservar un precioso espacio de convivencia entre los que allí viven y los que, como nosotros, un día llegamos y nos enamoramos.
Algunos recursos:
- Paüls digital en twitter @PaulsDigital y en Facebook
- Pequeño album de fotos de nuestra estancia con motivo de la Festa de la Cirera
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