martes, 14 de agosto de 2018

Dos semanas en Senegal y para siempre en el corazón

Poblado bedik de Iwol en el que viven 500 personas de 4 familias
Recuerdo que era Navidad, nos preparábamos para las fiestas más familiares del año y empezamos a hablar de nuestro destino de verano. Recuerdo que yo apostaba por Islandia, Pol recuperó su propuesta de Japón y Xavi y Marina andaban indecisos. Recuerdo que apareció África en la conversación, un destino que con Xavi teníamos pendiente hacía ni más que menos 25 años. Sí, Kenia fue el lugar donde vivimos nuestra luna de miel, un safari fotográfico al más puro estilo colonial, aunque creo que en 1993 no había muchas más opciones. Y así, hablando de destinos, de lugares y de personas surgió ante nosotros Senegal, no recuerdo como ni porqué, lo que sí recuerdo perfectamente es que a los cuatro, nos hizo "tilín" desde el primer momento. Pol y Marina se han hecho mayores y era el momento idóneo para que "probasen África". Así pues, empezamos a mirar. Buscábamos un viaje responsable para conocer el país, a su gente, sus costumbres, su manera de vivir y, si fuese posible, echar una mano en algo. Pedimos propuestas a varias agencias de viajes locales y de entre todas ellas, la de Guía de Senegal con Mamadou Ba, o mejor dicho Campos como gusta que le llamen, nos encajó al cabo de algunos mails y mensajes de Whatsapp. Nos insistía en que el viaje iba a ser responsable con toques solidarios, que quería mostrarnos los secretos de la Casamance, su casa y del país Basari, las dos zonas más al sur de Senegal. Que dormiríamos en campamentos solidarios y que sí, que compartiríamos muchos momentos con personas del país que tenían mucho que contar. Y así, a nosotros que nos va la aventura y los cielos de África, a finales de enero tuvimos cerradas nuestras dos semanas en Senegal

David, Xavi y Mbaye "de fiesta"
Pasamos los meses hablando casi cada semana con Campos, un día preguntábamos qué podíamos llevar para ayudar, otro día teníamos alguna duda sobre el recorrido y a la semana siguiente dudábamos sobre los visados para cruzar Gambia. Así, día a día, semana a semana llegó el 28 de julio, el día en que emprendíamos nuestra particular aventura africana. Aterrizamos en Dakar, en su nuevo aeropuerto Blaise Diagne y tras recoger nuestras maletas apareció Campos que llegaba de Guinea. En ese preciso instante conocimos a David y Mbaye, las dos personas que iban a acompañarnos los próximos 14 días.

Podría relataros nuestro recorrido, actividades y vicisitudes de esos días, intentaré hacerlo en la sección Diarios de viaje, a ver si lo consigo!!! Hoy, me apetecía contaros que en Senegal las personas te miran a los ojos, que es un país de contrastes de todo tipo: paisaje, costumbres, modos de vida. Que las personas que viven en Senegal son de una generosidad sin límites, Que comparten contigo lo que tienen, aunque sea poco o nada. No se cansan de repetir que practican la "téranga senegalesa" (hospitalidad) y así es. Todo el mundo se saluda, ya sea una o varias veces, Salam malecum y la inevitable y esperada respuesta: Malecum Salam.  A los senegaleses les gusta darse la mano para decirse un alegre ¿Nangadef? (¿Cómo estás?), y así poder responder mangnifi rek (estoy bien). 

Mbaye con su "titi-tata"
(pasa de un vaso a otro el té)
Y la máxima expresión de todo ello es la ceremonia "Ataya" del té senegalés. M'baye nos enseñó que el té requiere su tiempo, un tiempo precioso y valioso para la conversación y las confidencias. Que es el momento de compartirlo (los dos vasitos habituales pasan de mano en mano) con los amigos y amigas o con quien se acerque por allí, que es el momento de charlar al lado de una tetera sobre un pequeño horno de carbón, es el momento de decantar el té (como si fuera sidra) para conseguir una buena espuma, es el MOMENTO de sentir muy muy dentro que Senegal te atrapa.  

Sabíamos que África era especial, sabíamos que sus cielos eran azules e inmensos pero nos faltaba por conocer a su gente, la mayoría pobre pero muy digna, que te abre de par en par las puertas de su casa. Nos faltaba  descubrir que SUS GENTES te miran a los ojos, te dan la mano y te sonríen. 

Pol, Mónica, Marina y Campos
De verdad David, gracias por tus explicaciones y protección. Mbaye gracias por conducir hábilmente más de 4.000km por tramos de carretera asfaltada, tramos de tierra y polvo y porlos inolvidables 45km de ida y vuelta de la N7 de Tambacounda a Mako con aquellos agujeros inmensos y los camiones cargados hasta arriba a toda pastilla. Y a tí Campos, que nos convenciste desde otro continente para que nos escapásemos a Senegal, que nos hiciste soñar con un viaje diferente sin apenas conocernos, gracias también.

Antes de irnos, tocamos fuerte, muy fuerte y con la mano izquierda, la del corazón, el baobab sagrado para asegurarnos volver. Sí, ya estamos en Barcelona y seguimos oyendo Senegal, allí se quedó un trocito de nuestro corazón para siempre.


GRACIAS POR TODO LO VIVIDO Y SENTIDO. 

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