lunes, 22 de julio de 2019

MUJER, esto es África!!! (2)

Campamento Chez Leontine
Habíamos pasado la noche en el Relais de Kedougou y nos despertamos dando las gracias a Mbaye; cuando preparábamos el viaje insistió mucho y mucho en dormir una noche "confortable" en el Relais y cuánta razón tenía!!!!. La noche anterior habíamos sufrido de lo lindo en el campamento de Leontine, el calor había sido insoportable en nuestros colchones de espuma, los ventiladores habían movido sin parar aire caliente y las mosquiteras parecían impedirnos respirar normalmente. Desayunamos en el comedor con un fantástico aire acondicionado resguardados del sol que salía con fuerza para superar un día más los temidos 40 grados.

Placas solares y circuncisión, modernidad y tradición

Andiel, otro poblado bedik en País Bassari
Poblado cristiano animista, curiosa combinación


Ríe y sueña
Antes de emprender viaje hacia Casamance queríamos subir al poblado bedik de Andiel, seguramente el hermano pequeño de la capital Iwol. Mbaye nos acercó con el coche y, tras una corta e intensa caminata, apareció ante nosotros su iglesia circular a la entrada. Fuimos recibidos entre risas por niños y niñas con los que jugamos un buen rato inflando globos además de entretenernos comprando alguna que otra diosa de la fertilidad a las mujeres. Entonces, nuestro amigo Arouna quiso ir más allá, quería que viviéramos una experiencia genuinamente africana, una experiencia "muy de su tierra, de País Bassari", una experiencia que ha quedado grabada a fuego en mi memoria. Sin más nos preguntó: ¿Queréis que hablemos con la hechicera del poblado? Yo a decir verdad me dió un poco de apuro, no es que crea en ello pero... respeto, reparo y un poco de miedo sí que tengo. Accedimos a la propuesta y cuando la hechicera estuvo preparada entramos en su cabaña circular. Estaba sentada al fondo, sobre un pequeño banquito, se había quitado el pañuelo de la cabeza, la camiseta y desnuda de cintura para arriba nos esperaba pacientemente. Entramos y nos sentamos a ambos lados de la cabaña, se hizo un extraño silencio. Intercambió unas palabras en wolof con Arouna y todo empezó. Apoyó su cabeza en su mano derecha y empezó a hablar, no entendíamos lo que decía pero cuando dejaba de hablar su bíceps derecho se movía como un columpio a gran velocidad de derecha a izquierda dibujando un recorrido anatómicamente imposible. Nuestros ojos se volvieron redondos como platos, nos quedamos inmóviles, no podíamos quitar la vista de la hechicera que seguía con su particular conversación. Estuvimos un rato largo con las preguntas/respuestas del bíceps que se comunicaba con alguien o con algo que éramos incapaces de racionalizar. Acabó, miró a Arouna y esperó. Nuestro amigo Arouna nos explicó que íbamos a tener un buen viaje, sin contratiempos, que tanto Mbaye como él mismo iban a tener trabajo y las cosas les iban a ir bien. Estoy segura que la mujer dijo mucho más pero ya sabéis, los traductores traducen a su libre albedrío... Lo que sí nos dijo es que para cumplirse sus predicciones debíamos hacer una última cosa: comprar 3 nueces de kola, una para la primera mujer embarazada que viésemos, y las otras dos para la primera pareja de ancianos con la que nos cruzásemos. Y así, una mañana calurosa de abril, entramos en contacto con las tradiciones africanas más ancestrales y sus creencias más arraigadas.
Partimos de Andiel con una extaña sensación y con deberes que hicimos en cuanto encontramos un mercado donde comprar las nueces de kola y cumplir con "la penitencia" impuesta.

Emocionante reencuentro con Marie Luise y sus retales
Pero nada de eso quería contaros yo, lo que ocurre es que el encuentro con la hechicera era algo que no podía dejar de explicar ya que para todas fue una tremenda experiencia... lo que quería ser este es la segunda parte de las arpilleras en Senegal, esta vez en la isla de Edhje o también conocida como isla de los fetichistas. Llegamos a Cap Skirring por la tarde, salir de País Bassari y llegar a Casamance son horas y horas de carretera no siempre confortable. Nos encontramos con Marie Luise casi a la hora de cenar, teníamos que organizar el encuentro al día siguiente con las mujeres de su isla. Caminaba yo entre coches, carros, gente y polvo mucho polvo por la única calle comercial de Cap Skirring, recordaba perfectamente el pequeño negocio de Marie Luise al lado de la peluquería de Awa donde Marina se hace sus trenzas africanas. Llegué y allí estaba "mi amiga", la mujer a la que hacía 8 meses le pedí retales de ropa y con la que durante meses a golpe de whatsapp habíamos imaginado un taller de arpilleras en su pequeña isla en el corazón de la Casamance (como dice Txarango). El recibimiento no pudo ser mejor: una bolsa llena, llenita llena de retales guardados con cariño durante meses. Todo fue fácil: una piragua con sus sobrinos, reserva para comer en Chez León (único campamento en la isla) y mujeres dispuestas a probar el lenguaje de las arpilleras, no podía pedir más!!!!

La piragua camino de la isla de Edhje
Tranquila llegada a la isla
Al día siguiente nos dirigimos al embarcadero, allí, puntuales y dispuestos nos esperaban Jean Pierre y Jean Paul con la barca, nos subimos los 7 y disfrutamos del recorrido por el río Casamance cuando el sol todavía despertaba. Cielo azul, agua, manglares y un fresco viento nos despertaba anunciando que iba a ser un gran día. Visitamos la isla de los fetichistas, vimos su fetiche "jubilado" en el centro del pueblo (según nos contaron el fetiche había decidido abandonar el árbol que ocupaba y ahora estaba fuera del pueblo, un poco más alejado), probamos una y otra vez "las ostras" (a mi me parecieron un cefalópodo entre mejillón y almeja) que las mujeres cocían al fuego (diría que a la brasa). Nos acercamos al colegio, conocimos a su pulcro profesor, entregamos material y nos llevamos de regalo un fragmento del himno nacional cantado.

Fetiche "jubilado"
Finalmente nos acercamos a una bonita mesa preparada a la sombra de un árbol. Volvieron  a mí con fuerza las recientes imágenes de Ibel, más de 30 mujeres cosiendo juntas bajo un caisedra. Y... aparecieron 10 mujeres sonrientes acompañadas, como siempre de sus niños y niñas. Se sentaron, se presentaron, sonrieron y de nuevo todo fluyó. Una pequeña explicación y empezó el movimiento: telas, agujas, hilos, tijeras... Enseñé los ejemplos y fue entonces cuando ellas me dijeron: oye Mónica, si esto es para explicar que hacemos, como vivimos y quienes somos, tus arpilleras "modelo" no nos sirven, nos falta el agua y nuestras piraguas. Cuanta razón tenían, mis arpilleritas ejemplo las había pensado en País Bassari, con montañas, polvo en la época seca y verde a rabiar en la época húmeda pero ni agua ni piraguas... Estuvimos un buen rato, hasta los chicos se animaron y pasaron un buen rato cosiendo, volvieron a probar y a comprobar que sus bellos pañuelos africanos en nuestras cabezas resbalan en un santiamén, volvimos a coser juntas sin habernos visto nunca, volvimos a coser juntas sin conocernos, volvimos a compartir momentos inolvidables hablando entre mujeres!!!! 

Cosiendo juntas, a mi lado Viviane (mamá de Jean Paul)

Ousmane cosió su arpillera
Los niños y niñas presentes en todos los talleres
Mbaye finalmente se animó a coser
Preciosas muñecas
Y se hizo la magia de nuevo a la sombra de un árbol
La foto "finish"del taller de arpilleras
El tiempo quiso correr y pasaron dos horas en un suspiro, se hacía tarde y tocaba comer, así pues acabamos el taller y nos fuimos a Chez León que nos esperaba con la mesa puesta. Nuestros acompañantes del día empezaron a desaparecer silenciosamente, uno se quedó atrás, otros dijeron que iban al baño, alguno dejamos de verlo sin más y sólo Jean Paul se sentó a la mesa. Comprobé que sólo habían 8 platos cuando en realidad éramos 11 personas. Como acostumbra a pasar en África cuando preguntas qué pasa? Las respuestas no responden: que no tienen hambre, que comen más tarde, que ahora no toca... y la verdad es que no van a comer o bien comerán nuestras sobras! Y entonces salió mi vena "maman", les dije que allí o comíamos todos o no comía nadie por mucho que hubieran preparado comida sólo para 7, todo aquello se repartía y comeríamos juntos. A decir verdad ofrecieron resistencia, insistían en no comer pero viendo que nosotros tampoco nos animábamos a empezar, acabaron cogiendo un plato y sentándose. Repartimos el arroz y el cerdo (en la Casamance hay muchas personas católicas) y vimos que Ousmane no quería... había olvidado que había dos musulmanes más además de Arouna y Mbaye. Pedí sus dos platos y partí el pollo, ahora sí, todo el mundo tenía plato con comida y... empezamos a comer. Pasamos un buen rato comiendo y riendo en 4 idiomas que decían y traducían en una buena locura lingüística en la que quizás, por nuestra condición habitual bilingüe ni nos dimos cuenta. A punto de acabar se me acercó un lindo muchachito que insistía en que le acompañara, me dió su mano y le seguí, le seguí hasta el árbol donde volvían a coser las mujeres con afición.





Acabamos de pasar el día bajo las palmeras en la orilla de la isla, una excursión en kayak a los manglares, una siestecita y vuelta con la piragua, no sé si la isla de Ehidje es el paraíso pero me parece que no debe quedar muy lejos.
Al día siguiente fuimos a ver a Marie Luise para explicarle la experiencia, aproveché para entrevistarla pues mi amiga Felisa de Taranná me pidió una mujer inspiradora para su nuevo proyecto y como pasa en África, cuando aparece un Theboudienne, aunque acabes de comer, cuchara y a comer de nuevo!!!!!
Fantástica Marie Luise en su tienda
Y si llega un theboudienne... pues se come y punto!!!!
(comer por haber comido)

Tenía el convencimiento que después de Ibel no iba a vivir nada parecido y me equivoqué, el día en la isla nos volvió a demostrar que la felicidad está en las pequeñas cosas, en la suma de momentos, en los ojos que sonríen al mirarse. De nuevo, en una pequeña isla (100 personas) un soleado día de abril compartimos amistad, esperanza y oportunidades con un grupo de mujeres senegalesas.
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