Últimamente día sí y día también me pasa por delante algún texto referente a la intraemprendeduría, o lo que para mí es lo mismo, aquellas personas que trabajan en empresas o entidades de otros y en un momento dado deciden tomar un camino diferente y dejan de aceptar "siempre se ha hecho así" como respuesta.
Tiempo atrás, seguramente estaríamos debatiendo lo incómodo que resulta en una compañía tener al grupo de los que nadan contracorriente, los que aceptan mal o muy mal jerarquías pseudomilitares, ponen en tela de juicio y discuten actitudes continuistas y parecen disfrutar con darle la vuelta a todo. Estas personas, ahora son las denominadas intraemprendedoras; en algunas organizaciones han empezado a darse cuenta que pueden servir de motor, que sí, que en ocasiones son pesadas y tozudas a morir, que resbalan, caen y se levantan, se levantan siempre e incluso con más fuerza que antes, como si el tortazo les hubiera servido para coger fuerzas. Yo no sé si soy intraemprendedora, pero como suele decirme mi marido, a pesada y tozuda pocos me ganan.
Hace unas semanas cenaba con mi amiga Mónica que trabaja en otro laboratorio farmacéutico en Barcelona, ella es responsable de comunicación interna. Charlamos de muchas cosas, como siempre que nos encontramos, y finalmente aterrizamos en los diferentes organigramas de las organizaciones. Todo el mundo, incluso los últimos en llegar, conocen a la perfección el organigrama funcional, el que te explica y en ocasiones te entrega el de recursos humanos que "te acoge". Lo que no te cuentan y con el tiempo se convierte en uno de tus principales activos, es el organigrama informal, el organigrama "que funciona" y que te permite "hacer" en lugar de "pedir, preguntar, esperar, tramitar, gestionar" (seguro que me olvido algún ar). Y para un intraemprendedor ese organigrama informal es el que le permite cambiar, transformar y crecer. Seguramente, los "inquietos" somos expertos en el trueque de las inquietudes, en hacer realidad el "tú me ayudas, yo te ayudo". Ser intraemprendedor solitario es imposible, empezar a solas es el primer paso pero para el segundo y todos los que vengan después será necesario disponer de "adeptos" y ayuda a muchos niveles (ahí empieza la gestión del trueque).
Es famosa la frase de que "no todos servimos para todo pero sí que todos servimos para algo", y ese algo es el que nos va a permitir sumar apoyos y fans a nuestra causa intraemprendedora. Saber "empoderar" a los que nos rodean, nos va a permitir expandir el cambio más rápido, más lejos y de manera más consistente. Si además aprendemos a delegar responsabilidades y a aplaudir el trabajo de los fans nuestro camino intraemprendedor será menos empinado.
Y como diría Julio Mayol, no sabéis cuánto me pone ver que en organizaciones, con poca o ninguna cintura para el cambio los dirigentes se empeñan en contratar a consultores, agencias, expertos y otras especies que rondan habitualmente por el lugar, para que sus "mandos" (sí, raramente esa formación llega al empleado de a pié) asistan a talleres de creatividad, gamificación y gestión del talento. Quizás se podrían ahorrar tiempo y dinero con tres simples acciones:
- Mirando a su alrededor, mirando y viendo si es posible que algún/a "subordinado/a" tenga alguna propuesta disruptiva que no se atreve a hacer.
- Acercándose a sus iguales y no iguales (superiores e inferiores normalmente en las organizaciones) en espacios y/o actividades informales.
- Escuchando y compartiendo inquietudes, ya que, a menudo, en el entorno profesional cercano o lejano puede estar el/la solucionador/a y no detectarlo.
En catalán hay una frase popular muy elocuente: hostes vindràn que de casa ens treuran (huéspedes vendrán que de casa nos sacarán), y más cuando en casa (=organización) estamos con el pié al cuello y la mayoría ni respiran fuerte no vaya a ser que el que observa su cogote le dé una buena colleja.
Por todo ello, mejor provocar el cambio desde dentro, desde el conocimiento organizativo, desde la convicción de cambiar sabiendo que no va a ser fácil, sabiendo que nos vamos a dar de bruces con las tribus de los "mopongo", "nohacefalta", "nadietelohapedido" y alguna otra que ahora no recuerdo, y que entraremos en el grupo de los que prefieren pedir perdón a pedir permiso.