Hace 20 años yo tenía... 20 años menos, vamos, tantos como 25. Un año antes había decidido detener mi carrera de medicina para dedicarme al 150% a la organización de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Visto en la distancia, fue una decisión arriesgada que muchos no entendieron, algunos aseguraron que nunca sería médico y unos pocos coincidieron conmigo en que algunos trenes pasan una o ninguna vez por tu estación.
En 1989, siendo todavía floretista de alta competición, luchando por entrar en el equipo nacional me propusieron ser la responsable de los futuros voluntarios olímpicos de esgrima de los Juegos de la XXV Olimpiada de Barcelona No os podéis imaginar la ilusión que me hizo, durante 3 años debía "imaginar" lo que iban a aprender 250 personas entusiasmadas con el proyecto olímpico de mi ciudad que iban a estar en "pistas" dando soporte a la competición. Los inicios fueron titubeantes y fuimos dando pasos cortos pero seguros con mucha, mucha ilusión por hacerlo bien. Era un proyecto único en su más amplio sentido, nunca antes hecho y con un toque de innovación por ser "diferentes" a los anteriores.
En el Palau de la Metalúrgia con Cobi |
Y mientras pensaba en "Olímpicos", en 1991 llegó la gran sorpresa: la propuesta irresistible de convertirme en la responsable de la esgrima en silla de ruedas de los IX Juegos Paralímpicos. Estudiaba medicina en el Hospital del Mar (futuro hospital olímpico), me peleaba con el florete por estar en la élite y, sin dudar, con los ojos chispeantes, acepté lo que iba a suponer uno de los mayores retos de mi vida.
Nunca había visto competiciones de esgrima en silla de ruedas, en España era un deporte nuevo en el que se iniciaban 4 practicantes "reciclados" meses atrás de otros deportes paralímpicos. Todo estaba por hacer y por aprender!!!
Recuerdos del 92 |
Fueron tres años hipertensos: una altísima dedicación por mi parte, admiración inmensa del esfuerzo, empeño y tesón de los atletas todo ello bien aderezado con grandes dosis de humanidad. Saboreé competiciones y confidencias en compañía de deportistas con capacidades diferentes que me acercaron a un mundo desconocido e ignorado. Pude caminar por aceras no adaptadas con vehículos mal aparcados y contenedores de basura que impedían el paso de "las ruedas" ofreciéndonos un inesperado slalom. "Huímos" de hoteles con anchos de puerta y lavabos que no permitían los giros de las sillas. Nos acostumbramos a embarcar los primeros en los aviones sabiendo que seríamos los últimos en abandonar la nave. Y tantas otras escenas "adaptadas" se pasaron a convertirse en momentos cotidianos de un día para otro. Y al recordar la "inoportunidad de mis palabras" al decir: venga correr que no llegamos! , y su respuesta: rodar, querrás decir rodar; siempre se me escapa una sonrisa.
Y aprendí muchas cosas, la principal que la lástima no ayuda mucho, gusta menos y tampoco soluciona problemas. Ell@s desde sus sillas o con sus prótesis y muletas me demostraron que en su día a día, la vida ha de mirarse de frente y con una amplia sonrisa.
Así, cuando empiecen los XIV Juegos Paralímpicos en Londres mis ojos se humedecerán y volaré al 92 escuchando en mi cabeza: en garde, prêts , allez! Estas son las primeras palabras que dice un árbitro de esgrima para dar inicio a un asalto y cuando las oí en el INEFC de Barcelona hace 20 años, inspiré fuerte y hondo para ver el resultado del trabajo y el esfuerzo de más de 200 personas. La suerte estaba echada.
Quedé marcada para siempre por el 92 !!!