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Las Ramblas 20/8/17 |
Hoy he ido a las Ramblas,
las Ramblas de Barcelona, quizás la calle más alegre del mundo o al menos la más alegre que yo conozco. Hoy, como cualquier otro día del año, estaban llenas de paseantes, llenas de gente disfrutando de Barcelona, esa
gitana hechicera a la que cantaba Peret hace años. Hoy, domingo 20 de agosto he querido volver a bajar las Ramblas, como he hecho tantas y tantas veces en mi vida, cuando era pequeña con mis padres, en mi adolescencia y juventud, con mis hijos pequeños, con mi marido y como hago algunos domingos por la tarde cuando vamos al Liceo. Pero hoy ha sido diferente, hoy, a pesar de toda la gente que había, las Ramblas sonaban diferente, o mejor dicho no sonaban. Sólo se percibían murmullos en las floristerías abiertas en las que aún quedaban flores contra el dolor.
Las Ramblas llenas de gente y silenciosas, sí, así estaban y la mayoría de las personas mirando al suelo, deteniéndonos en los huecos de los árboles y otros muchos puntos en los que de manera espontánea han llegado flores, velas, mensajes, peluches... Que tristeza y cuanto dolor! Y, entre tanto dolor, unos aplausos, los que de manera espontánea dedican los transeúntes a los
Mossos d'esquadra.
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Muestras de dolor frente al mercado de la Boquería |
Hoy he querido ir, he querido comprobar que todo seguía igual, que Barcelona no tiene miedo y que sus gentes somos gente de acogida, de abrir los brazos a todas las personas que pasan por nuestra ciudad ya sea un día, un año o toda la vida. Hemos bajado desde Plaza Catalunya hasta
"el futbolista de Miró" (como siempre le hemos llamado) con Xavi y creo que ha sido nuestro paseo más triste. Casi no hemos hablado, los ojos se me llenaban de lágrimas paso a paso, y lo siguen haciendo mientras escribo este post imposible de reprimir. Con el eco de la tragedia vivida hemos caminado por encima del dolor, hemos paseado notando los sentimientos de la gente en la cara, hemos vuelto! Pero tan grande era el dolor que ni fotos hemos hecho, tan grande era el dolor que hemos sido incapaces de deshacer el camino recorrido y nos hemos ido, sí, hemos vuelto por las calles y callejuelas del barrio gótico, las que nos gusta pisar cuando queremos perdernos entre turistas y sentir Barcelona. Y no, no nos podíamos ir así, no podíamos volver a casa sin más, y hemos comprado dos velas en la Catedral de Barcelona que hemos dejado encendidas en Plaza Catalunya junto a muchas más.
Seguro que pasarán las horas y pasarán los días, y desaparecerán las velas y las flores y muchos intentaremos recuperar nuestra vida de siempre, las personas que se fueron no podrán, el dichoso terrorismo les quitó lo que más querían y menos pensaban perder una agradable tarde de verano en la Rambla de Barcelona: la vida.
Y como decía la rumba de
Peret:
Ella tiene poder,
Ella tiene poder,
Barcelona es poderosa,
Barcelona tiene poder.
Su paseo de gracia: es su poder.
Los niños que lloran: es su poder.
Su juntar palabras: es su poder.
La flor de las ramblas: es su poder.
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