viernes, 24 de mayo de 2019

MUJER, esto es África!!! (1)

Nos separaban 22 kilómetros de polvo naranja de Ibel. Conducía prudentemente Mbaye que no podía evitar que los más de 40 grados de temperatura exterior y la falta de aire acondicionado en nuestra furgoneta (sólo nos había durado 3 horas antes de estropearse) nos tuviesen, a las 7 personas que allí íbamos, un poco mareadas. Fuera nos acompañaba Arouna (que ya era un hombre completamente naranja) quien desde su moto cantaba e incluso intentaba bailar para animarnos. Iba yo sentada de copiloto, callada y con la vista fija en la carretera, no me atrevía a decir nada, los pensamientos iban y venían con rapidez en mi cabeza. En un rato nuestro primer gran "momento de la verdad" de #Senegaldream: arpilleras con las mujeres de Ibel.

          

Las telas del mercado de Kedougou
Durante meses con Abdoul y luego con Arouna habíamos preparado los talleres de arpilleras. Llevaba entre mis piernas la bolsa con todo el material, antes, nos habíamos acercado al mercado de Kedougou donde habíamos comprado telas africanas, no podía parar de juguetear nerviosa con la bolsa... Mientras planeábamos los talleres hablábamos de 15 mujeres, 20 como máximo (incluso teníamos un papel con las inscripciones!!!) para poder experimentar con el lenguaje textil y poder explicar y entender que la cosa no iba de hacer cuadros con monísimas cabañas africanas y una muñeca simpática. Estuve dándole mil y una vueltas, trabajé con Pilar y Roser del Ateneu, con Roberta, yo sola en casa tardes y noches hasta decidir que haríamos dos talleres:
  • con el primero intentaríamos que ellas, las mujeres que viniesen, se representasen con una muñeca que luego formaría parte de una arpillera que yo llevaba sin coser, toda cogida con alfileres.
  • con el segundo propondríamos pequeñas arpilleras con escenas cotidianas como ejercicio para explicar "sus historias puntada a puntada". 
Seguía yo callada en la furgoneta y empecé a tener miedo, Mbaye se inquietaba, ¿qué te pasa? ¿No dices nada? Si siempre hablas... Cuando llegamos a Ibel sentí pánico, ¿y si no había nadie? Y si después de todo, las arpilleras no tenían ningún interés para un grupo de mujeres al sur de Senegal en un pueblo con pocos recursos sin luz eléctrica ni agua corriente?

Entramos en Ibel... y de repente salió el sol en mí, bajo un enorme árbol vi mucha gente y muchos colores, no me lo podía creer, allí estaban las mujeres de Ibel esperándome pacientemente. Sonreí, casí lloré y al bajarme y empezar a andar todas al unísono, aplaudiendo gritaban: Monicá, Monicá, Monicá. No os podéis imaginar como me latía el corazón, estaba a punto de salir de mi pecho, todo mi cuerpo latía desbocado, latía y latía sin parar. Me acerqué a la mesa y allí mirándome con sus grandes y preciosos ojos había más de 30 mujerestragué saliva, sonreí y al igual que en cualquiera de mis múltiples ponencias pensé: ya no hay vuelta atrás, has trabajado durante meses, AHORA es AHORA y... todo fluyó, empecé a hablar en francés...

Las mujeres a punto para los talleres bajo un magnífico árbol caisedra
Expliqué que son las arpilleras, como surgieron y como creía yo que podían ayudarlas. Entonces se hizo la magia, estoy segura, a partir de ese instante todo fue fácil, muy fácil. No se interpuso entre nosotras ni el idioma (o mi francés estaba muy oxidado o algunas no lo dominaban mucho, por suerte apareció una traductora voluntaria), ni lo que sabían o no sabían ellas, ni lo que sabía o no sabía yo, todo fue fácil y sencillo, parecíamos "amigas de toda la vida". Y así, cada una hizo su muñeca, no teníamos suficientes agujas, pero no hicieron falta, ellas las hicieron con hilos y nudos, habían sólo 2 tijeras para todas y tampoco fue un problema, volaban de mano en mano entre risas y miradas de complicidad, algunas sabían coser, otras no y tampoco fue un problema, todas nos ayudábamos.



Al día siguiente, tras subir y bajar a Iwol con mi arpillera "Yo tengo un pesebre africano" teníamos el segundo taller. Ni siquiera notábamos bajo nuestros pies el suelo polvoriento de Ibel, ni el calor a más de 40 grados nos detenía, solo hacíamos una cosa: vivir intensamente con todos los poros de la piel la compañía de ese grupo de mujeres coraje.

"Mi pesebre africano" en Iwol con una de sus protagonistas
Con Dianeba, la verdadera mamá África de Abdoul
Iba a empezar el segundo taller y Dianeba, la madre de Abdoul insistió en que la acompañara a su humilde casa. Entré en una habitación pequeña, limpia y recogida con pocas cosas, muy pocas cosas: dos camas, un pequeño armario y una maleta y utensilios de cocina en dos atrotinadas estanterías. Eso era todo, ah no, y un espectacular vestido de batik azul encima de la cama. Dienaba quiso explicarme lo duro que era la vida en Ibel, ella, primera mujer de su marido, con 6 hijos a sus espaldas y poco o nada con lo que conseguir algún dinero para poder echar un puñado de arroz en la olla. Y suavemente me dijo: quítate la camiseta Mónica (a 42ºC y una excursión de 4 horas podéis imaginaros mi glamour) y la verdad, ni rechisté. Me puso y abrochó el precioso vestido que me venía como anillo al dedo, pulseras, collar y dos bin-bin en las caderas, solo faltaba el pañuelo en la cabeza y quitarme unas zapatillas de deporte poco o nada favorecedoras para mi nuevo y estrenado outfit senegalés. Con mis sandalias ya estaba a punto, como me dijo Dianeba, ahora sí, ya eres una más, como nosotras, vayamos a hacer arpilleras!!!! Acabamos el segundo taller, risas, abrazos y más abrazos, no podíamos dejar de despedirnos...

Con mi precioso traje de batik azul,
una arpillera de Zimbawe en la mano y los ejemplos en la mesa

Aún, hoy 30 días después mis ojos se humedecen cuando pienso en "mis" mujeres de Ibel, mujeres del grupo Foutasawa (baobab en lengua peúl) que dos tardes de abril decidieron probar y disfrutar con el lenguaje textil de las arpilleras bajo un enorme caisedra (el árbol de la fertilidad en Senegal). Mujeres que siguen cosiendo juntas, mujeres que han vuelto a encontrar un motivo para reunirse y compartir su día a día, mujeres africanas que buscan nuevas oportunidades y que se esfuerzan por cambiar.

Y sí, MUJER esto es África, un lugar en el que las personas que vamos con los brazos abiertos recibimos mucho, muchísimo más de lo que podemos dar.

Cara de felicidad infinita tras el primer taller,
aquí con todas las participantes. GRACIAS, GRACIAS
Con Marina, Dianeba y Penda.
Madres e hijas a 5000 kms de distancia.

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