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El Mekong, e impone! |
Empezamos el día pronto, con Trang, nuestra guía, y el conductor
camino del Delta del Mekong. Necesitamos dos horas de carretera para
ver el río, el de los 9 brazos, que luce enorme y
marrón, absolutamente marrón. Llegamos a un pequeño embarcadero en el que nos espera una
barca a motor, barca que parece haber tomado prestadas las sillas de bambú de cualquier terraza para ahora pasear turistas cómodamente sentados. Nos acomodamos y la barca baja ágil por el caudal, una primera parada en una
fábrica artesanal de ladrillos, segunda parada en un
negocio de cocos (pelado manual por hombres ayudados de un pincho clavado en el suelo y un machete) y
pequeña fábrica de caramelos de coco. Las visitas nos llevan las manos a la cabeza, menudas condiciones de trabajo, empezando por
hornos que queman 12 días,
chicas sentadas en banquitos con una tele por toda compañía y envuelve 1, 2, 3, 100, 1000 caramelos a mano. Siempre es interesante conocer la realidad del país que visitas aunque, en ocasiones, si te acercas mucho se te encoge el corazón.
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Duro trabajo, pelar cocos todo el día |
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Mujeres trabajando con una tele por compañía |
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Transporte de cocos por el Mekong |
Abandonamos la barca a motor y cogemos bicicletas, agradable paseo entre bananos y palmeras hasta llegar a un restaurante tirado y perdido en el delta del Mekong. No hay carta, sólo un menú único de especialidades vietnamitas cuya estrella es un pescado aguantado en un soporte de madera como si aún estuviera nadando, es el famoso pez de oreja de elefante del delta, que por cierto, a pesar del reparo inicial viendo como nuestra camarera lo servía a base de golpes con la mano, luego resultó estar riquísimo.
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Pez de oreja de elefante listo para consumir |
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Cocinando a la vietnamita, mis rodillassssssss |
Con la barriga llena, pequeño
recorrido en bici por la selva hasta llegar a un pequeño embarcadero donde nos espera
"el gondolero de Vietnam", ahora navegaremos por
canales pequeños sin motor, como en las
películas americanas, sin ruido, deslizándonos por los canales y... esperemos que no salga nadie por la orilla agazapado tras la exhuberante vegetación. Ha sido una buena experiencia! Llega el momento de recuperar la barca a motor y acercarnos a un embarcadero en el que por arte de magia nos espera nuestro chófer, mira que bien, ahora hacia
"chez l'habitant". Recorremos caminos y caminitos hasta que la furgoneta se detiene en
algún punto del delta del Mekong en Ben Tre. Nos rodean gallinas y otros animales en el momento en que abandonamos la furgoneta y nos dicen que hemos de caminar mientras observamos como un simpático vietnamita carga nuestras maletas en su moto y desaparece por el camino!!! Caminamos 5 minutos entre selva y alguna casita hasta que llegamos al Jardin du Mekong, lo que sería una
casa rural con bungalows de lujo en medio de la selva, qué gustazo! Ayudamos a
cocinar la cena, ya somos todos unos cocineros vietnamitas cocinando
banh xao, los crêpes con gambas, cerdo, soja y "noix de coco". También comeremos pescado envuelto en hojas de banano que están haciéndose en unos pequeños hornos de leña. Cenamos lo que nos han cocinado las mujeres de la familia local y alguna que otra especialidad cocinada por nosotros, todo estaba buenísimo!!!!! Llega el momento de relajarse,
pies a remojo en citronela y masaje de pies para poner punto y final a un día redondito.
Los niños empiezan a notar los 15 días fuera de casa, Pol reclama sus rutinas para estar tranquilo. A las 22h todos en la cama, sueño... buenas noches y hasta mañana.
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