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Vida cotidiana en el mercado |
Salimos pronto, a las 8'30h ya estamos en la carretera camino del
chợ cán cấu, el
mercado de los sábados intentando evitar los autocares de turistas. Llegamos tras las lluvias torrenciales, aquí
la tierra es naranja y con agua da por resultado un barro anaranjado que rápidamente decora nuestras zapatillas deportivas, suerte que no llevamos chanclas o nuestros pies hubieran virado de color. Nos encontramos con un más que bullicioso mercado a rebosar de vendedores, vendedoras, niños, niñas y animales vivos de todo tipo, como nos dice Duc, es el
gran acontecimiento semanal para las tribus de las montañas, los montagnards. Nos cuenta, que más allá de venderlo todo, todito todo, l
os hombres aprovechan para comer y beber con los amigos además de buscar "mujer". Ellas, las jovencitas principalmente, se han vestido con sus mejores galas, las
chicas de la etnia Hmong flor lucen sus ropas de colores orgullosas de lo que han cosido para estar guapas y encontrar marido. A decir verdad, entre las alegres y trabajadas ropas hay verdaderas bellezas asiáticas. Nos paseamos arriba y abajo por el mercado, nos faltan manos para fotografiar cada uno de los instantes con los que nos cruzamos: las jóvenes madres con sus preciosos bebés a la espalda en mochilas a juego con sus coloridos trajes, mujeres de todas las edades vendiendo comida, ropa, souvenirs y otros enseres para la vida cotidiana. Pasamos un buen rato arriba y abajo hasta que empiezan a llegar autocares y furgonetas hasta los topes de turistas, es el momento de cambiar de tercio.
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Sábado de mercado, al rico bicho picante!!!! |
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Farmacia de mercado |
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Amigas Hmong flor |
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El palacete de la dinastía nHong |
Antes de llegar a Bac Ha nos detenemos a visitar un
palacio, no nos equivoquemos, palacio a la vietnamita en una zona rural, es de
1921 de
Hoàng a Túong, en época de la dominación francesa. Allí vivía el
rey de los nHong, la principal etnia de la región. Ahora el palacio, en Europa hasta podría ser una mansión grande, ha sido parcialmente restaurado y luce mejor aspecto que hace unos años, en la parte posterior, unos amables
viejecitos (seguro que tienen 60 años a lo sumo) nos enseñan
como destilan licor de maíz, por suerte nuestro guía ejerce de traductor ya que casi nadie habla ningún otro idioma más allá del vietnamita.
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¿Dónde está la carretera? por carreteritas a Sapa |
Almuerzo rapidito en Bac Ha para
irnos con mucha paciencia a Sapa, lo vamos a intentar por una carretera secundaria pues la principal sigue cortada por culpa de las lluvias. La subida a Sapa ha sido infernal, ni las más de 3 horas de ruta, ni las curvas nos han importado ante el reto de cruzar un río, salpicarnos (y mucho) al pasar rozando una cascada o los múltiples saltos esquivando agujeros entre los restos de asfalto. Antes de llegar tocaba estirar las piernas, así en el
pueblo de Diang Ta Chái, una aldea rural, hemos hecho un pequeño
trekking de una hora entre arrozales, riachuelos y casas rurales dispersas por las colinas.
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Paseo en curiosa compañía |
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Cómprame algo! |
Al poco de empezar unas graciosas y
simpáticas chicas Hmong negras nos acompañan para sorprendernos con un inglés que chapurrean correctamente y que nunca han estudiado. Pasean con nosotros, nos regalan corazones y flores que van haciendo con las hierbas del camino, y por fin, al cruzarse con amigas y conocidas empiezan a vendernos bolsos y pulseras cosidos por ellas. La cosa no podía acabar de otra manera, les compramos algunos cachibaches y se despiden, ahora, ya en Barcelona, miro con cariño el bolsito que compré y se me escapa una sonrisa,
qué lejos están mis amigas accidentales de mi vida europea!!!
Finalmente
aparece Sapa, colgada en una montaña delante de la cual se están construyendo unos gigantescos hoteles para turistas, que pena, en breve Sapa quedará oculta tras "el turismo de masas". Pasamos por la ducha reparadora de nuestro hotel, que se eleva entre las casas de Sapa para conseguir un cachito de cielo con un cachito de vistas increíbles al valle. Nos espera un
masaje de pies, al que Marina no puede acompañarnos. Ella salió de Barcelona con una amigdalitis que al llegar a Ha Noi empezamos a tratar con antibióticos, pero 3 días después luce una erupción por todo el cuerpo que orientamos como "alergia". Por suerte, tener amigas
dermatólogas 2.0 nos ayuda a resolver el enigma:
urticaria aguda postinfecciosa en un pueblo de montaña, a escasos kilométros de la frontera con China con farmacia que nos vende tubo de Fenergán de 4g a 3 euros. Bueno, al final susto, incomodidad, pomada a precio de oro y alegría de Marina por saber que su problema se resolverá satisfactoriamente en los próximos días, uf, uf!
Con los pies convenientemente masajeados (que placer!!!) intentamos una cena de pizza, bocata y hamburguesa que podemos clasificar de "no bad", tras ella, el cuerpo no nos da para más, por lo que escalamos a nuestras habitaciones buscando a Morfeo para caer en sus brazos.
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